Álbum:
Francisco Espinola Narra Sus Cuentos.
Interprete:
Francisco Espinola .
Nº de Cat: PLPS
5016.
Serie:
Serie III Escritores del Uruguay Nº1.
Sello: Antar S.A. /
Sodre.
Genero: Narrativa/ Lírica.
Sonido: Monoaural. Matriz: PLPS 5016 -A/-B.
Año: 1962.
Temas:
Lado
1:
1.
El Hombre Pálido.
2.
Rodriguez.
Lado
2:
1.
¡Que Lastima¡.
Comentario
de la contra-tapa del discos:
Francisco
Espinola nació en San Jose de Mayo, departamento de San Jose, el 4 de Octubre de 1901.
En
1926 publica “Raza Ciega” colección de 9 cuentos, cuyo orden de creación es el siguiente: “Visita de Duelo”, “El Hombre Salido”,
“Maria del Carmen”, “Yerra”, “Cosas de la vida”, “Pedro
Iglesias”, “El Angelito”, “Todavía, No”, “Lo Inefable”.
Con este libro queda situado entre los grandes escritores de su país. Así lo consagra Alberto Zum Felder y lo rectifica mas tarde Carlos Reyles con el estudio que le dedica en el ciclo sobre Literatura
Uruguaya conmemorativo del centenario de la independencia Nacional.
En
1930 da a la prensa “Santacito”, relato para niños compuestos
4 años antes, y en 1933 publica su novela “Sombra Sobre la Tierra”
en la Sociedad de Amigos del Libro Rioplatense.
Su
estilo y su temática se transforman profundamente
“La
fuga en el espejo”, drama pantomimo que en 1937 se estrena en
Teatro Urquiza. Sin embargo, la narración sigue siendo la forma en
que Espinola se expresa con mas frecuencias, y en 1950 se edita “
Rapto y Otros Cuentos” que contiene 4 relatos escritos en
diferentes épocas: “El Rapto”, “Los 5”, “¡Que Lastima¡”
y “Rancho en la Noche”.
Escribe
en 1954 un dialogo sobre la recepción estética, “Milon o el Ser del
Circulo”que edita ese mismo año.
En
1961 el Ministerio de Instrucción Publica le otorga el Gran Premio de
Literatura y la Universidad de la República recoge en un volumen los
cuentos de Espinola, ya conocidos en diversas ediciones, a que se
agrega: “Las Ratas” (1933), “El Milagro del Hermano Simplicito”
(1936), “Rodriguez” (1958).
Al
invitar a Francisco Espinola a decir sus cuentos para un numero
indefinida de oyentes invisibles, SODRE cumple con una de sus
misiones mas importantes que determinaron su creación: defender los
fueros de la palabra viva, de la palabra que mueve, musical y
significativamente, el aire interpuesto entre una boca que habla y un oído que escucha,
En
el acto de leer sus cuentos Espinola no hará cosa que retituirlos a
su verdadero origen que es el origen de toda poesía autentica, en el
sentido mas exacto del termino: el de creación parlante del mundo de
sonidos que piensan.
Por
eso todo leector debería ser un audio, alguien capaz de oír la voz
del poeta a través de la escritura, la cual no es otra cosa que el
fantasma de esa voz, el documento del hecho poético y no el hecho
mismo. No se puede entonces comprender una obra literaria con solo
verla: es necesario, ademas y sobre todo, oírla.
Pero.
por desgracia no todos los lectores tiene esta capacidad auditiva
frente a lo escrito, la voz del escritor, diciendo sus propias
palabras, es el mejor de los comentarios, tienen mas valor que
cualquier análisis critico profundo y sutil que este sea.
Así,
Espinola, poniendo sus cuentos en su voz, nos curara de de la posible
sordera que hemos tenido para leerlos y hasta es probable que a
muchos, nos cure definitivamente, enseñándonos como deberíamos oír en adelante las lecturas que merezcan ser oídas.
Por
otra parte, creo que no hay ningún lector de Francisco Espinola que
no conozca su fama de decidor de cuentos de juglar sus propias
trovas. El que repite sus propias anécdotas de un cuento hecho por Espinola siempre agrega indefectiblemente: “Pero hay que oírselo contar a Paco ; así no es nada, no se puede repetir”.
-“No
falta mas”, diría Paco ante un comentario de esta naturaleza.
En
una 1º audición, nos cautiva el misterio que vendrá, la novedad
incesante del relato; en una 2º, nos entregamos a la voluptuosa de anticipar imaginariamente el acorde narrativo que sobreviene y que, inevitablemente, nos sorprende, como si nunca, hasta entonces, lo hubiésemos oído.
Hoy,
eso si, escritores despiertan mas que otros, nuestro deseo de oíles la voz de carne y hueso, sin que ello implique siempre una diferencia
en calidad o excelencia de las obras.
Así en mi caso particular no me habría interesado, mas como simple curiosidad, el escuchar a Horacio Quiroga: en cambio me interesa
enormemente escuchar a Espinola, a pesar de olor tantas veces, o quizá a causa de ello.
Sin
embargo, estoy seguro que el mayor placer lo experimentara el mismo
Espinola, pues, ¿que mas puede desear un escritor que salvar enormes
distancias con su propia voz, atravesara paredes de una habitación para hablarle de cerca a un oyente lejano y acompañar quizá a un
hombre solitario, sin destruirle la soledad?.
Guido
Castillo.